Thursday, January 12, 2012

El arte de mentir

No es que esté a favor de explotar la mentira ni mucho menos, si no muy por el contrario, tengo un drama moral con ella, simplemente no me gusta mentir, prefiero ir de frente y ser care'raja en esta vida.

Sin embargo, viniendo de una familia donde han habido apostadores, rajadiablos, gorreros, mujeres chúcaras, contadores y otras yerbas, pareciera que los genes vinieran predispuestos a poder mentir con naturalidad.

Saber mentir es por cierto un arma poderosa, te puede zafar de situaciones engorrosas y a veces lograr salir aireada sin mucho esfuerzo, sin embargo, como no me interesa mentir, pero tengo esta destreza en el arte, las vueltas de la vida me llevaron a explotar otra área en torno a la mentira.

Corrían locos años, y como se dice, el juego venía por vientre y lomo, por lo que de alguna forma aprendí y terminé en lugares de dudosa legalidad jugando al póker.

Fuera de la primera impresión, el póker no es un juego de cartas, cuando eres un apostador compulsivo, pasas tantas horas y tantas manos, que aprendes a jugar lo que sea, sin necesariamente tener buenas manos, empiezas a jugar con tus oponentes, con sus vacilaciones, con esa poca información que creen que te están ocultando.

Aquí va uno de los primeros pasos de los mentirosos: Ocultar; todo mentiroso cree que está haciéndolo bien cuando oculta algo, sin embargo no siempre se puede esconder el hecho que se oculta algo, por lo que alguien con buen olfato podría detectar cierta anormalidad y comenzar a poner atención en las maniobras de quién está al frente. Esta es una actitud pasiva, y no necesariamente va a llevar a conclusiones en torno a la falacia latente.

Para mentir y captar mentirosos, va mejor cuando eres pragmático, al igual que en el juego, a menos que hayan indicios o antecedentes de mentira, es mejor pensar que no la hay, en las relaciones humanas eso se llama confianza, pensar de buena fe que el otro no nos mentirá, pero también hay que seguir los instintos, y cuando se olfatea la mentira, poner atención, no necesariamente encarar, pero hacer el concienzudo análisis si eso que está en el aire obedece a paranoia o tiene una causa en el comportamiento de otro ser. No es que no me guste confiar en la gente, pero prefiero confiar más en mi misma, me conozco hace más tiempo y he aprendido a leerme, incluso cuando intento mentirme, cada día con menos éxito.

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