Tuesday, July 21, 2009

After the Sea

Y el paracaídas espera amarrado a la puerta como el caballo de la fuga interminable.
V.H.



Luego de ver la película "Mar Adentro", de Alejandro Amenábar, que recopila la vida y la lucha por su propia muerte de Ramón Sampedro, me prometí que escribiría un post en mi blog más personal.



La idea de proyectarnos hacia la muerte de forma voluntaria siempre ha trazado en mí la imagen de la caída, del vuelo y final de toda historia, recuerdos y formas, más aún después de leer Altazor, el vértigo como la maravilla de sentir que vamos llegando a ese lugar que olvidaremos cuando arribemos, junto con todo lo anterior. El romanticismo de esta idea radica fundamentalmente en que es una "fuga interminable" que sólo espera que la persigamos, que postergamos por un sentido mayor que nos da nuestra vida actual, sin embargo en el momento en que ya no podemos perseguirla, todo lo anterior, lo que nos hacía dejarla para un futuro indeterminado, desaparece y se vuelve un imposible carente de sentido; las ensoñaciones pueden ser quizás el ultimo espacio donde creemos recuperar todo esto que ha sido arrebatado.

No puedo si no pensar que la única libertar que intrínsecamente nos pertenece como seres humanos, es la libertad de morir. Ni siquiera en las masacres y vejaciones más crueles se les quitó a los hombres-víctimas ese derecho. En el régimen nazi, siempre existió la posibilidad de lanzarse contra la alambrada, o buscar un tiro que acabase con la vida, y tal vez esa mínima libertad fue lo que inspiró las agallas para sobrevivir esperando el fin del régimen.

Pienso en una escena de Mar Adentro en que la abogada le comenta a Ramón que ha tomado la desición de no esperar que su enfermedad le quite esta libertad, y que usará su derecho al suicidio antes que le sea arrebatado, como le promete que se irán juntos, y como esta escena es lo más cercano al amor a lo que puede aspirar este hombre que ha perdido la capacidad de disfrutar su vida o el remedo de vida en el que permanece.

La tristeza no reside en la tetraplejia del hombre, no vive en la imposibilidad de la eutanasia, está simplemente en saber hasta el hueso lo que significa no poder coger el paracaídas estando ahí en su puerta.